Roberto Álvarez es uno de los cinco trabajadorxs de la salud que el municipio tendrá que reincorporar, tras los despidos injustificados efectuados el 31 de diciembre pasado. En diálogo con VillaNos Radio el pediatra dijo que recibió la novedad con mucha alegría. “Me emocioné mucho cuando a través de la abogada de ATE me llegó el fallo. No me pude contener y empecé a transmitírsela a mis compañeros. Estamos todos muy contentos”, afirmó.
Sostuvo que los cinco meses que pasó sin su trabajo en el hospital los pasó con angustia, ansiedad y expectante. “Esta medida me significó un apriete económico. Por suerte tengo otro trabajo en Córdoba y eso me permitió subsanar los problemas económicos que tenía. Pero el no contar con ese sueldo, se sintió”, reconoció.
Álvarez también destacó que el fallo judicial “fue un triunfo de ATE”.
“Lo quiero remarcar porque ellos nos acompañaron, nos brindaron el asesoramiento, estuvieron a nuestro lado en todo lo emocional, lo afectivo, lo sindical y lo legal. Nosotros no pagamos un peso, nada. Lo quiero recalcar, porque el trabajo que hizo ATE ha sido sobresaliente. El trabajo de la abogada, María Terragno, fue muy eficiente y diligente”, destacó el medico y comparó el accionar de este gremio con el del Sindicato de Trabajadores Municipales sobre el cual dijo “nunca los vimos”.
“Nunca hicieron nada ni expresaron nada por nosotros”, afirmó y describió que cuando hablan con el secretario general del gremio, José Altamirano, sentían que hablaban “con un representante de la patronal”.
“Una de las médicas le preguntó una vez en asamblea ‘¿usted de qué lado está?’. Todo su discurso era ‘la situación del municipio no está pasa dar ningún aumento’. Nos dimos cuenta que por ahí no íbamos a lograr nada. Buscamos a otro gremio y nos contactamos con ATE, que se puso el conflicto al hombro”, repasó.
Álvarez tiene 66 años. Apenas comenzada la pandemia, el municipio tomó la decisión de no contar con sus servicios, considerando que integraba los grupos de riesgo (por su edad y por ser diabético tipo 2). A los 15 días lo volvieron a llamar y para para seguir trabajado tuvo que firmar un documento en el que deslindaba de responsabilidades al municipio de cualquier eventualidad sanitaria que ocurriera con él. Meses más tarde, contrajo coronavirus en el hospital, aunque el cuadro no fue muy grave para él.
Durante tres años estuvo como locador de servicio, con “contratos basura” que se renovaban tres meses. “Ellos (por el municipio) usaron como eufemismo que a mí no me había despedido, sino que no me renovaron el contrato. Si uno analiza las leyes laborales en lo que refiere al empelo municipal, uno puede estar contratado un año y tras ese plazo, tiene que pasar a planta permanente. No cobramos aguinaldo, no teníamos aportes jubilatorios, no teníamos ART, ni obra social. No teníamos nada”, dijo.
Sin justificaciones, el 31 de diciembre del 2020 el municipio tomó la decisión de despedirlo junto a ocho trabajadorxs más. “Nos despidieron en plena pandemia y en plena temporada”, resumió.
Ahora, tras el amparo laboral presentado por ATE, tendrán que reincorporarlo. En este sentido, Álvarez expresó que esperaba que la reincorporación se dé sin inconvenientes. “Me imagino volviendo al hospital. Espero no tener ningún problema y que me dejen entrar”, dijo. Álvarez sostuvo que el principal aprendizaje que saca de todo lo sucedido es la importancia de organizarse y defender colectivamente derechos vulnerados. “Este es un triunfo de la lucha de los trabajadores y de la conducción de esos trabajadores. Tenemos que seguir luchando por nuestros derechos”.
También habló de la importancia de defender la democracia, la salud y la educación pública. “Hay que seguir luchando porque la gente tenga un plato de comida y una vivienda digna. No hay que bajar los brazos”, enfatizó.