Unas 80 mil personas marcharon en Córdoba bajo la consigna “A 40 años, la democracia es bandera”. Organismos de Derechos Humanos, organizaciones políticas, sociales, estudiantiles y vecinales exigieron la continuidad de las políticas de Memoria, por la Verdad y la Justicia.
La multitud comenzó a congregarse alrededor de las 17 en Colón y Cañada, desde donde las columnas marcharon hasta las inmediaciones de la ex Plaza Vélez Sársfield, donde se montó el tradicional escenario desde donde se leyó el documento final acordado por las organizaciones convocantes.
“Salimos este 24 para ayudar a construir este puente entre todas las personas que aspiramos a un futuro como el que soñaron les 30000. Salimos para defender la democracia y con la convicción de que los derechos se conquistan y se defienden con organización y con participación popular.
“Les 30000 lucharon por un país para todos y todas, por eso hoy les recordamos y retomamos su ejemplo. Hoy más que nunca es necesario defender la democracia como herramienta de lucha y de transformación social”, se lee en parte del documento elaborado por las organizaciones.
“No hay peor cosa que descubrir que tu papá es un genocida”
Por primera vez, el colectivo Memorias Desobedientes de Córdoba marchó embanderado y siendo parte de las columnas de organizaciones sociales reclamando Memoria, Verdad y Justicia. La agrupación nuclea a familiares de genocidas y que decidieron tomar distancia y rebelarse contra esa historia familiar.
Pilar Funes era una de las mujeres que sostenía la bandera identificatoria y, en diálogo con VillaNos Radio, repasó que la agrupación nació en 2017.
“Nuestra primera aparición pública como colectivo a nivel nacional fue un 3 de junio en una marcha de #NiUnaMenos. Después empezamos a participar marchando a Plaza de Mayo como colectivo de Historias Desobedientes”, dijo.
Sostuvo que el proceso de reconocer que en la familia hay un integrante que formó parte del terrorismo de Estado, “es muy doloroso y de profunda soledad”.
“Nunca tuvimos el acompañamiento de la familia y tampoco lo estamos teniendo. Nosotros, de alguna manera y en algún momento, comenzamos a corrernos del marco ideológico en el que nos educaron”, dijo Pilar y reiteró que el proceso fue de mucha soledad hasta que comenzaron a encontrarse como familiares.
en este sentido destacó que fue crucial la difusión del testimonio de Mariana Dopazo, la exija de Miguel Etchecolatz y Analía Kalinec, referente nacional de la agrupación y autora del libro “Llevaré su nombre” donde relata su historia como “hija desobediente de un genocida” y cuenta que decidió, frente al silencio familiar, “tomar la palabra en primera persona”.
“El terrorismo de Estado no solo afectó a la sociedad argentina sino también a nosotros, que también nos han dañado y ha sido el papá, el abuelo, o el tío. Decidimos tomar una postura política, ética y crítica opuesta a la del familiar y recibimos muchas represalias: juicios para declararnos indignos, como es el caso de Analía; mucha violencia, porque nos expulsan de la familia y no hay vuelta.
“Siempre decimos que debemos resignificar a familia y de donde provenimos, para que comiencen a hacer un nuevos caminos las generaciones familiares que vienen detrás nuestro, para que se puedan sumar a luchar por la memoria, la verdad y la justicia. Es un proceso muy doloroso. No hay peor cosa que descubrir que tu papá es un genocida. En algunos el papá fue muy compañero, amoroso y presente; y en otros fue violento, abusivo. nos tocó esta historia, que es la historia de un país”, expresó.
Malvinas y la lucha por ser reconocidxs
Lxs veteranxs de la guerra de Malvinas también marcharon este 24 de marzo y la novedad fue que lo hicieron en las columnas más cercanas a los organismos de derechos humanos.
Muchxs de quienes marcharon aún reclaman ser reconocidos por el Estado como veteranos de guerra, ya que fueron movilizados hacia el sur patagónico durante la contienda bélica.
Tal es el caso de Cesar Ortiz, que estuvo participando en el Teatro de Operaciones del Atlántico Sur (TOAS). “A nivel nacional somos 9500 los no reconocidos, aunque ya se han muerto muchos. Varios fallecieron en la pobreza, la desidia y el abandono. También tenemos compañeros en situaciones de calle, porque tampoco hemos tenido una asistencia psicológica. El estrés postraumático nos ha atravesado fuertemente”, dijo y remarcó: “Nuestro reclamo también tiene que ver con los derechos humanos”.
Sonia Escudero es suboficial mayor retirada de la Fuerza Aérea. Durante la guerra asistió como enfermera a los heridos en Comodoro Rivadavia. Fue reconocida por la Fiesta Aérea y por el Congreso de la nación; pero no por el Ministerio de Defensa.
“Los heridos eran evacuados en el Hércules desde las islas hasta Comodoro Rivadavia. Ahí los atendíamos. Les hacíamos el triage, los primeros auxilios, cirugía, amputación por pie de trinchera. Atendimos personas quemadas, ciegas. Después eran derivados al hospital regional reubicable, que era a donde nosotros pertenecíamos por ser de la Fuerza Aérea; o bien al hospital de YPF que eran los de la Armada”, detalló la mujer y precisó que realizó estas tareas desde el 12 de abril al 14 de junio.
“Pedimos que el Ministerio de Defensa nos reconozca con todos los derechos, como se le ha otorgado a quienes estuvieron en las islas. Eso mismo están pidiendo los soldados que estuvieron en el continente, cuidando el litoral marítimo”. reclamó.
El fútbol tiene memoria
Agrupaciones de hinchas de Instituto, Talleres y Belgrano también marcharon embanderados y exigiendo la continuidad de las políticas de memoria verdad y justicia. Las tareas de reconocimiento a lxs hinchas desaparecidxs es diferente en cada institución. En el caso de Belgrano, la comisión directiva lleva adelante acciones de visibilización y defensa de los derechos humanos.
En Instituto existe una subcomisión del socio hincha que mantiene un diálogo con la comisión directiva y ha comenzado a desarrollar, sobre todo en el barrio Alta Córdoba, una tarea de reconstrucción de la memoria. Así lo relató Daniel “Gitana” Massei, integrante de la agrupación: “Estamos construyendo una base de datos a través del testimonio de vecinos y de amigos. Yo, con seis años, conocí el D2. estar en esta marcha es una patoteada de fantasmas que te movilizan mucho. Pero las banderas tienen que seguir intactas y el modelo de país no se negocia”, dijo.
Talleres, en cambio, tiene una agrupación de hinchas que se llama “Resistencia 1913. Talleres antifascista”. Desde hace cinco años que marchan con los colores albiazules el 24 de marzo. La entidad viene impulsando desde afuera del club el reconocimiento a quienes fueron víctimas del terrorismo de Estado. El hincha más conocido es Atilio López, dirigente de la UTA y vicegobernador de Obregón Cano en 1973.
“Estamos acá para mantener la memoria activa. Nosotros estamos en la búsqueda de los compañeros socios hinchas de Talleres desaparecidos para reconstruir la historia completa”, dijo Facundo, integrante de la agrupación.