(Fotos: Gentileza Santino Boido) Desde el año 2014, cada 16 de septiembre se conmemora en nuestro país el Día Nacional de la Juventud, en conmemoración de lo sucedido en lo que se conoce como “La noche de los lápices”. Si bien la norma fue impulsada en 2006 por el entonces presidente Nestor Kirchner, al no recibir tratamiento fue presentada de nuevo en 2012 y recién dos años después contó con la aprobación por parte de ambas cámaras en el Congreso de la Nación.
El 16 de septiembre de 1976 y los días posteriores, el grupo de tareas de la policía bonaerense liderada por Ramón Camps, realizó un operativo en la ciudad de La Plata en el que secuestró a Claudia Falcone (16 años), Francisco López Muntaner (16 años), María Clara Ciocchini (18 años), Horacio Ungaro (17 años), Daniel Racero (18 años) y Claudio de Acha (18 años). Días después, detuvieron a Gustavo Calotti (18 años) fue secuestrado el 8 de septiembre, Emilce Moler (17 años) y Patricia Miranda (17 años), el 17 de septiembre, Pablo Díaz (19 años), el 21 de septiembre.
En ese momento, lxs estudiantes se agrupaban principalmente en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) -vinculada a Montoneros- y en la Juventud Guevarista (JG) -vinculada al Partido Revolucionario de los Trabajadores (PRT). También pertenecían a la Federación Juvenil Comunista (FJC); la Juventud Socialista (JS); al Grupo de Estudiantes Socialistas Antiimperialistas (GESA); y a la Juventud Radical Revolucionaria (JRR).
Sólo cuatro de esos jóvenes sobrevivieron. Lxs demás jóvenes integran la siniestra lista de alrededor de 340 adolescentes de todo el país -de entre 13 y 18 años- que fueron secuestrados, detenidos, desaparecidos y asesinados. “Lo predominante era atribuir aquel operativo a la lucha por el Boleto Estudiantil Secundario. Esa movilización fue muy importante, pero había ocurrido con anterioridad, en 1975, y a nosotros nos detuvieron por ser militantes de la UES”, cuenta Emilce Moler, una de las sobrevivientes.
Mirar en retrospectiva estos hechos hoy resulta urgente y necesario. Porque la memoria es un campo de disputa y esto está más que claro en estos días donde los espacios políticos más votados en las últimas elecciones son exponentes del negacionismo o bien reivindican abiertamente el terrorismo de Estado.
Conscientes de esta situación, la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba llamó a marchar el pasado 16 de septiembre bajo la consigna “La libertad son tus derechos”. “Por la Memoria, Verdad y Justicia, por los 30.000 presentes, por lxs jóvenes, y hoy más que nunca en la coyuntura que nos envuelve, en defensa de nuestra democracia y los derechos conquistados”, se leía en la convocatoria.
“‘La libertad son tus derechos’ es una respuesta a los ejes de discusión que se están dando sobre la libertad hoy. Creo que después de las elecciones PASO, en las reflexiones que compartimos como jóvenes y entendiendo este marco, no creemos que se trate de castigos por el olvido. No creemos que el pueblo se haya olvidado de las políticas de memoria, verdad y justicia; sino no hubiera existido la reacción popular cuando intentó aplicarse el 2×1 a los genocidas durante el gobierno de Macri. Pero acá hay algo distinto. Creo que se está poniendo en la agenda pública una disputa de sentidos”, expresó a VillaNos Radio Felipe Rojas Dómina, coordinador de la Comisión de Juventudes de la Mesa de Trabajo por los Derechos Humanos.
Tiene 20 años y tiene un familiar desaparecido. Sin embargo a la hora de decir qué lo mueve a participar en la defensa de los derechos humanos habló de su propia experiencia militante: “Arranqué en el secundario, en el colegio Manuel Belgrano. Siempre participe de las discusiones, las marchas y los encuentros. Fui presidente del Centro de Estudiantes y eso me llevó a tener la responsabilidad política de estar también en la Mesa de trabajo por los Derechos Humanos. Primero fue más en un rol de representación y luego me fui viendo contenido en la identidad que tiene la Mesa.
“Como Centro de Estudiantes vivimos un proceso muy fuerte. En el año 2018 el proceso de ajuste fue muy fuerte y ahí fue cuando tuve la sensación y la necesidad de decir ‘Che, hay que salir’. En ese tiempo se estaba dando ajustes presupuestarios en la educación. Salimos junto a los gremios docentes. La consigna en ese 16 de septiembre fue ‘educación para pocos, nunca más’. A partir de ahí comencé a preguntarme más cosas”, recordó.
En este sentido afirmó que el movimiento de derechos humanos se encuentra hoy con el enorme desafío de convocar a las nuevas generaciones. “Yo nací en el 2002. No viví el 2001 ni la dictadura. Hay un desafío muy grande que es ver en retrospectiva para que la reparación histórica no sea sólo para los que lo vivieron, sino que sea una reparación interna como sociedad”, valoró.
Felipe reconoció que las últimas elecciones “dieron un nuevo panorama”, no obstante advirtió que desde algunos sectores se está estigmatizando a la juventud como responsable de este viraje hacia proyectos políticos conservadores.
“Hay muchos otros jóvenes que no nos sentimos representados con los resultados electorales. Venimos acompañando a los organismos de derecho humanos y junto a ellos venimos a decir que estas prácticas del terror no las olvidamos, no las perdonamos y que apostamos a la reparación histórica”, expresó.
El joven reconoció que tenemos una “democracia deficitaria”, pero que es necesario robustecerla con mayor participación. “Esa es la parte más difícil. Hacer que las personas salgan de su individualismo. Porque desde lo teórico está muy bueno, pero luego nos encontramos con situaciones de mucha vulnerabilidad. Es triste cuando pensamos que ya no hay utopías. Generacionalmente veo que se está hablando más y hay que ver cómo se canalizan esas rupturas o si las unimos con participación. Es un desafío muy difícil.
“Es muy difícil hablarle a un joven que está enojado. Quizás no por la vivencia propia sino por lo que pasa en su casa, con la situación económica familiar. Pero estoy convencido que uno tiene que ver el proceso y darse cuenta hasta donde hemos llegado y los derechos que tenemos”, enfatizó.