Incendios en la Patagonia: miles de hectáreas arrasadas y familias afectadas

Noticias

(Foto: Revista Cítrica) Desde mediados de diciembre, hay frentes de juego activos en la Patagonia argentina. Se estima que ya son 35.00 hectáreas las hectáreas quemadas y aún no se han logrado sofocar la totalidad de incendios.

Hay focos activos en Neuquén, Chubut y Río Negro. El fuego arrasó en el Parque Nacional Lanín, en Neuquén (15 mil hectáreas quemadas) y el Parque Nacional Nahuel Huapi (cuyo frente de fuego está activo desde mediados de diciembre). 

La situación es desesperante. 

El incendio en El Bolsón continúa activo, desde su inicio el jueves 30 de enero en la confluencia de los ríos Azul y Blanco. En el combate contra las llamas falleció Ángel Reyes, un poblador de 83 años. Los momentos más críticos se vivieron cuando el fuego atravesó las casas y chacras en la zona de Mallín Ahogado. 

Así lo expresó a VillaNos Radio Manuel De Lucía, poblador de Mallín Ahogado e integrante de la Asamblea en defensa del agua y la tierra. «Empezó a haber pérdidas de vivienda de inmediato y el fuego cobró dimensiones agresivas y descontroladas», dijo. 

Manuel De Lucía pertenece a la Asamblea en defensa del Agua y la Tierra. Es educador y referente social. Acompaña al espacio educativo rural autogestivo Pakarina para infancias del entorno con orientación en educación ambiental y cultural regional.

Las cifras son alarmantes: al menos 3.000 hectáreas han sido consumidas por las llamas y entre 150 y 180 viviendas fueron totalmente destruidas. «No hablamos solo de casas, sino de todo el entorno: talleres, chacras, corrales, apiarios completos con equipos de apicultura, tractores y herramientas de labranza», explicó De Lucía. La situación ha generado una pérdida incalculable para las familias que han dedicado generaciones al trabajo rural.

A pesar de la magnitud del desastre, la respuesta del Estado ha sido insuficiente. «Las tareas preventivas de los distintos organismos no dieron abasto y las condiciones climáticas agravaron la situación», señaló De Lucía. Aunque se desplegaron brigadas de otras provincias y personal del Plan Nacional de Manejo del Fuego, los focos continúan activos y afectan tanto áreas protegidas como zonas urbanas.

Además del fuego, la población enfrenta un clima de tensión social y represión. «Hay una tensión geopolítica enorme. Ayer hubo varios altercados en el centro de El Bolsón, con patotas a caballo reprimiendo a manifestantes y una posible intervención del Ejército Nacional», denunció el referente social.

Según testimonios de pobladores, los incendios podrían haber sido provocados de manera intencional. «Los primeros focos eran muy grandes y estaban separados por 500 metros, lo que habla de una clara intención», afirmó De Lucía. Además, se encendieron cerca de un pinar, una especie altamente inflamable.

A pesar de la gravedad de la situación, sigue faltando una respuesta estatal acorde a la dimensión del desastre ambiental. En este sentido Hernán, vecino de El Bolsón valoró el acompañamiento vecinal y comunitario que se vive en estos momentos de desolación. 

“Los combatientes están en las zonas más críticas, donde solo pueden actuar profesionales y gente especializada. Por suerte, hay un gran acompañamiento de la población, con personas colaborando en la guardia de cenizas y apagando focos nuevos».

No obstante denunció problemas institucionales graves: «No hay aportes nacionales. Hay dotaciones de bomberos listas para venir de Córdoba y Mendoza, pero no les aprueban los fondos. Ayer (por el miércoles 5 de febrero), incluso, hubo detenciones sospechosas de personas en las zonas donde se iniciaron incendios intencionales».

La comunidad también enfrenta una crisis humanitaria. «Mucha gente ha perdido todo y la ayuda, aunque existe, cuesta que llegue. No hay energía eléctrica ni conectividad y la reconstrucción va a llevar mucho tiempo. Necesitamos un apoyo institucional más efectivo, tanto en recursos como en asistencia psicológica y médica».

Sofía Hidalgo, vecina del lugar y brigadista autoconvocada, también relató a VillaNos Radio la situación con angustia y frustración. «El fuego, aunque fuera del alcance de viviendas, lo tenemos de frente en la cordillera. Seguimos sin dormir, atentos a su comportamiento», dijo.

Sofía describe el incendio como una «película de terror». «Estar atrapados dentro del fuego fue algo desconocido, algo que avanzaba de manera incontrolable, arrasando casas y bosques», señaló. Durante los primeros días, sin entender del todo lo que ocurría, los vecinos y brigadistas solo tenían una misión: apagar el fuego. «Apagábamos lo que fuera, una casa de un desconocido, un corral, lo que hiciera falta».

El lugar más afectado, Mallín Ahogado, es una zona de difícil acceso. «Los caminos no están preparados para el paso de camiones de bomberos ni de emergencias. Años pasan y seguimos sin infraestructura adecuada», lamenta Hidalgo, quien enfatiza el sentimiento de abandono estatal. «Nos sentimos completamente desamparados por el Estado».