Dos científicos cordobeses detectaron la presencia de la toxina microcistina en muestras de agua aerosolizada, obtenidas en el embudo y la cola de novia del dique San Roque, además de las cianobacterias que la producen.
El proyecto de investigación lo lleva adelante el médico sanitarista y mgister en Salud Pública, Emilio Iosa y está apoyado por el Observatorio de Salud del GDFE (Grupo de Fundaciones y Empresas). Hace pocos días se sumó a colaborar el profesor universitario e investigador Exequiel Di Tofino, con amplia trayectoria en investigaciones sobre contaminación de aguas en las Cuencas Hídricas de Córdoba quien, en diálogo con VillaNos Radio explicó que la presencia de la toxina microcistina y de las cianobacterias no solo está presente en el lago sino también en el agua aerosolizada, es decir, esas micro gotas que libera la caída del agua dentro del embudo y el pulmón que tiene de manera adyacente el embudo.
“Uno si pasa por ahí se salpica, le llegan esas gotas que mencionamos de agua aerosolizada y la toxina está presente en esas gotas de agua”, detalló.
La información que aportó el profesor demuestra el estado crítico de contaminación que atraviesa el embalse. No sólo se comprobó la presencia del genoma del coronavirus en el agua de uso recreativo, si no que la reproducción de algas que le dan ese color verdoso a la superficie puede afectar la salud de quienes visitan el atractivo turístico.
“Esta toxina se absorbe por piel, no hace falta que vayamos a ingerir el agua sino que el hecho de tener contacto ya con esa agua genera sensibilidad. En este caso, puede haber una sintomatología leve para aquellos que manifiestan una sensibilidad dérmica como un sarpullido, una erupción o inflamación a nivel ocular. Es una neurotoxina, afecta el nervio óptico, fundamentalmente, y a nivel gastrointestinal si se la ingiere”, describió.
Los participantes del análisis realizaron una presentación del estudio ante el Ministerio de Salud cordobés con el objetivo de continuar los trabajos de relevamiento. “Que se hagan los estudios pertinentes, que se determine que hay y se arbitren los medios para, sobre todo, sanear las condiciones del agua porque en realidad el problema lo trae el agua”, insistió Di Tofino.
Y concluyó: “Si el agua está en buenas condiciones, el agua que se salpique, se aerosolice o se evapore no va a tener ningún tipo de impacto. Entonces, hay que ir trabajando sobre un saneamiento significativo, puntual, pertinente, que no es solamente sacar a mano o con un camión atmosférico las algas que se ven en la superficie, porque el problema es microscópico y está por debajo del agua”.