“Hay más responsables institucionales; no fueron solo dos policías con un arma”, dijo la mamá de Blas Correas

El fiscal anticorrupción, Matías Bornancini, solicitó a fines de mayo sobreseer a la titular del Tribunal de Conducta Policial, Ana Becerra, por levantar la condición pasiva del agente Lucas Damián Gómez, sospechado de haber asesinado a Blas Correa el 06 de agosto de 2020.

Gómez debía haber estado sancionado y apartado de la fuerza por encontrarse involucrado en el encubriendo del “violador serial” de La Calera. De hecho, en febrero de este año la Cámara Octava del Crimen terminó condenando al policía a dos años y seis meses de cárcel de cumplimiento condicional por estos hechos. El delito por el que se lo encontró culpable es “encubrimiento por favorecimiento personal y real, y por omisión de promover la persecución de un delito”. El violador fue condenado en 2018 a 15 años de cárcel.

Para Soledad Laciar, madre de Blas Correa, el pedido de sobreseimiento es “una locura”.

“Hablé con mi abogado y pedí una reunión con Bornancini. Me quiero sentar y que me explique por qué el policía Gómez, que estaba siendo investigado por encubrir a un violador, no por una causa menor, volvió a la fuerza. Becerra se escuda diciendo que el arma se la da el policía, que no es ella quien decide darle el arma; pero quien lo devuelve a la fuerza es ella”, consideró y remarcó: “Me parece que merezco al menos una explicación, porque aparte quiero presentarme como querellante en esta causa. Yo necesito saber por qué mi hijo no está conmigo y por qué mandan personas como ésta a la calle”.

Por el crimen de Blas hay 13 policías imputados. Javier Catriel Alarcón y Lucas Damián Gómez están acusados de ser coautores penalmente responsables de los delitos de homicidio calificado por haber sido cometido en abuso de su función y homicidio agravado por el empleo de armas de fuego, todo en concurso ideal y concurso real. Del arma de Gómez habría salido el disparó que mató a Blas.

Por otra parte, Sergio Alejandro González, Wanda Micaela Esquivel, Yamila Florencia Martínez, Walter Eduardo Soria, Enzo Gustavo Quiroga y Jorge Ariel Galleguillo, están acusadxs de ser autores del delito de encubrimiento por favorecimiento personal y real agravado por la calidad funcional y por la gravedad del hecho.

Consultada sobre el comienzo del juicio, Soledad dijo que “aún no hay fecha”, pero algunos rumores indican que podría ser entre agosto y septiembre, a más tardar octubre.

“Tengo esperanzas que se haga rápido, porque el año que viene hay elecciones y el gobernador debe querer sacarse este tema de encima. No va a ocurrir, porque yo voy a seguir luchando”.

– ¿Creés entonces que pueda haber una decisión política de sacar una sentencia rápido?  

Yo creo que sí. Acá todo lo maneja la política. Cuando lo quisieron planchar, lo plancharon cuando vinieron las elecciones legislativas. Tienen un poder muy grande. Ya entendí que es así, pero no me voy a callar. Siempre digo que no le debo nada a nadie y voy a seguir diciendo lo que pienso, siempre con respeto. Lo que nosotros vivimos esa noche no lo puede negar nadie. Nadie ha salido a contradecirme, porque lo que digo son verdades.

– ¿Cuál es tu expectativa con el juicio con estos 13 imputados?

Mi expectativa es que aparezcan más. Son muchos más los responsables. Ojalá que así sea. Hay declaraciones que para mí van a ser muy importantes, como por ejemplo la de [Gonzalo] Cumplido. Él habló claramente de un año a esta parte del complot político, judicial y policial que existe, el mal manejo de la policía, de la responsabilidad del ministro de Seguridad; lo ha dicho públicamente y tengo esperanzas que no tenga temor, que sea honesto con él mismo con todo lo que viene diciendo hasta el momento y que cuente toda la verdad. Lo ha contado en los medios, pero lo que sirve es que lo diga ahí [en el juicio].

“Esta batalla ya la perdí, y por más que ponga presos a todos los policías de Córdoba, Blas no vuelve conmigo. Pero de corazón no deseo que esto le pase a más nadie, es muy triste”.

Hay más responsables institucionales; no fueron solo dos policías con un arma. Espero, al menos, que la responsabilidad de este gobierno quede clara en el mal manejo de la institución. Eso es lo que busco, porque Gómez y Alarcón ya están condenados, y no me voy a conformar con el que disparó. Acá lo peor fue lo que ocurrió después, de llegar a plantar un arma en 10 minutos.

– ¿Qué intervención tuvo Cumplido en la noche del asesinato de Blas?

Dio órdenes por teléfono. Según él, las órdenes que dio fueron las correctas. Es lo que él me dijo. Pero a raíz de esa conversación telefónica que tuve con él, que fueron 5 horas sentada en mi casa, él dijo muchas cosas del mal manejo del Poder Ejecutivo sobre la policía, de cómo entraba gente por una cuestión de salida laboral, que a los 3 meses le daban un arma, que no los preparaban; él habló muchas cosas.

De hecho, dijo que Ana Becerra no es responsable, que la policía es responsable como institución de ponerle un arma a Gómez. Eso lo va a tener que declarar, y si es así yo creo que van a salir más responsables. Yo se lo dije a Cumplido, que él es responsable también, como es responsable también el jefe de policía, y como es también responsable el ministro de Seguridad. Él no puede dar órdenes por teléfono y volver a la cama a dormir cuando hay un pibe muerto.

– Se te nota decidida a buscar las responsabilidades institucionales.

Es que las otras ya están resueltas. Hay cámaras por todos lados que muestran como Gómez mata a mi hijo; no hay duda de eso. Si ellos creen que si le dan la máxima condena a Gómez me voy a quedar conforme, no es así porque mañana va a haber otro Blas. Hace un año y medio que tengo un desgaste emocional, físico, que dejo a mi familia buscando que no vuelva a pasar esto, esto no se soluciona solo con Gómez preso. La decisión de cambio tiene que estar en este gobierno. Para eso hay que demostrar que están actuando mal, lo vamos a intentar en el juicio. Hay muchas cosas por cambiar. Esta batalla ya la perdí, y por más que ponga presos a todos los policías de Córdoba, Blas no vuelve conmigo. Pero de corazón no deseo que esto le pase a más nadie, es muy triste. Y todos los días me topo con una piedra en el camino y son todas malas noticias, pero no me importa. Por ahí te dan ganas de bajar los brazos, pero no. Los amigos de mi hijo se merecen vivir más tranquilos, y mis sobrinos y mi hija más chiquita se merecen que tengan un mundo un poco mejor. A lo mejor es una utopía, pero lo voy a intentar.

¿Qué te dejó la reunión que tuviste con el gobernador en marzo?

Silencio, mucho silencio. Sí me sentí escuchada, lo dije. Me preguntaron si le creí; fue una persona que habló mirándome a los ojos, pero a resultados vistos no pasó nada. En ese momento salí un poco esperanzada, de que con todo lo que había dicho hubiese una repercusión, una intención de cambio, pero no hubo ningún cambio. Mucho silencio y muchos justificativos. Pero por lo menos me saqué la mochila de poder decir un montón de cosas, y no me arrepiento de la reunión porque para hablar y criticar tenés que participar de todo, hablar con todos; después podés decir que este me escuchó y este otro no. Hasta el día de hoy no he visto ninguna repercusión de la reunión que tuvimos. Pero bueno, él sabrá con su conciencia. Ellos creen que nunca les va a pasar, y lo más triste es que yo nunca creí que me fuese a pasar, o que la vida me iba a poner esto en el camino, y me pasó. No hay que creer que a uno no le va a pasar. Por eso hay que comprometerse y luchar. En este tiempo aprendí a comprometerme con otras causas, me enseñaron que hay que acompañar.

 

¿Qué te ha generado ese vínculo con otras madres de víctimas de gatillo fácil?

En esos espacios encuentro comprensión real. Mi marido es súper contenedor, me acompaña infinitamente, pero él no puede saber lo que siento. No puedo pedirle que lo sienta, se lo puede imaginar. En estos espacios uno encuentra la gente que entiende realmente lo que uno siente. Entienden un grito, un silencio, un llanto, y eso es importante. Vivi [Viviana Alegre] me enseñó a que vale la pena luchar, y que nuestros hijos merecen eso. Facundo donde esté debe estar muy orgulloso de su mamá, y creo que Blas está también orgulloso de lo que hacemos su familia para que su muerte no haya sido en vano. Es la manera que encontramos de tratar de paliar un poco el dolor. En estos grupos de gente, uno encuentra la contención, o mejor dicho la comprensión.