La frase que titula esta nota pertenece a Soledad García, presidenta de la Asociación de Ex Presos Políticos de Córdoba. Y si, ese es el principal desafío: conseguir que el viejo chalet que fue propiedad de la Dirección General de Hidráulica, que luego pasó a manos de la policía y que hoy depende de la Agencia Córdoba Turismo, sea entregado a los organismos de derechos humanos para la promoción de la memoria por la verdad y la justicia.
El sábado 01 de julio se dio un paso más hacia ese gran objetivo. La Secretaría de Derechos Humanos, a través de la Dirección Nacional de Sitios y Espacios de Memoria, con el acompañamiento de la Comisión y el Archivo Provincial de la Memoria y los Espacios para la Memoria “La Perla” y “Campo de la Ribera”, señalizó el lugar como sitio de memoria del terrorismo de Estado en Villa Carlos Paz.
Fue un acto profundamente emotivo, donde los sobrevivientes compartieron su testimonios, y los familiares de quienes no lograron salir con vida de ese tenebroso lugar, fueron los que alzaron la voz para decir nunca más al terrorismo de Estado.
“Hay días que parecen años -comenzó diciendo Toto López, con la voz quebrada-. Esta casa emblemática es un símbolo de lo que significó el terrorismo de Estado”, dijo y recordó que tras estar detenido en La Perla fue traslado a ese lugar en el año 1978, cuando una comitiva de la Cruz Roja anunció que recorrería el lugar, en el marco del mundial de fútbol.
Otro de los testimonios conmovedores fue el de Fernando Albareda, hijo de Ricardo Fermín Albareda, quien fue policía y militante del PRT. Como integrante del Ejército Revolucionario del Pueblo, desarrolló acciones de inteligencia dentro de la policía de Córdoba. Al ser detenido y trasladado a la Casa de Hidráulica, fue perversamente torturado. Murió desangrado en ese lugar. Hasta el día de hoy, permanece desaparecido.
Antes de hablar, Fernando desplegó el pañuelo que fuera de su abuela Blanca Kalemberg, mamá de su papá e integrante de Madres de Plaza de Mayo. “Mi viejo era un empedernido con las batallas difíciles, por mas que muchas veces no tenga recompensa en el corto plazo pero sí en el largo plazo. Lo mejor que me queda de él es su cariño, su sensibilidad, su mirada, su abrazo fuerte y su apretón de manos. Que en el colectivo de los organismos él tenga un reconocimiento, para mí es mucho”, dijo emocionado.
En el lugar también estuvo presente Adriana Britos, hija de Hugo Cayetano Britos -uno de los policías que participó de la sesión de tortura a Ricardo Fermín Albareda-. Adriana integra hoy el colectivo de “Historias Desobedientes”, conformado por hijxs o nietxs de genocidas que deciden rebelarse y condenar las violaciones a los derechos humanos cometidas por sus familiares.
Con enorme valor, Adriana decidió leer una carta para lograr poner en palabras sus sentimientos: “Hoy los desobedientes sufrimos consecuencias sensibles por habernos expuesto por parte de nuestros engendradores a semejante experimento. Hoy nosotros podemos elegir. Yo ya elegí. Mis compañeros ya eligieron y muchos nietos de los genocidas también prefieren el camino de la desobediencia, a sabiendas de que es un camino de ida y no de vuelta. Con la única convicción de que hacer es desobedecer y no hacer es ser parte. Nosotros hacemos y desobedecemos, por la memoria, la verdad y la justicia”.
En el acto estuvieron presentes el secretario ejecutivo del Consejo Federal de Derechos Humanos, Agustín Di Toffino; la directora nacional de Sitios y Espacios de Memoria, Lorena Battistiol; el director del Observatorio de Derechos Humanos del Senado de la Nación, Martín Fresneda; la directora del Archivo Nacional de la Memoria de Córdoba, María Eleonora Cristina; y otros funcionarios nacionales, provinciales y municipales, sobrevivientes y familiares de las víctimas y organismos de derechos humanos locales.
“Necesitamos la verdad. queremos saber dónde está Ricardo Fermín Albareda, a donde están nuestros viejos. Necesitamos cerrar este ciclo de la historia porque no vamos a ceder con memoria, verdad y justicia”, enfatizó Fresneda en su discurso.
Sobre el ex centro clandestino de detención y tortura Casa de Hidráulica
Este lugar funcionó como centro clandestino de detención en el marco del plan sistemático de terror y exterminio ejecutado por la última dictadura cívico-militar (1976-1983).
La casa, cedida en septiembre de 1976 por la Dirección Provincial de Hidráulica a la Policía de la provincia de Córdoba, quedó afectada específicamente al servicio del Departamento de Informaciones (D2), bajo el pretexto de que debía realizar tareas de vigilancia y seguridad del dique San Roque.
Esta dependencia policial estaba encargada de la represión sistemática de la oposición política desde antes del golpe de Estado.
Según testimonios obrantes en causas judiciales con sentencia, en el Archivo Nacional de la Memoria y el Archivo Provincial de la Memoria, aquí permanecieron detenidos hombres y mujeres perseguidos por su militancia política, social y sindical.
En algunos casos, las personas secuestradas fueron derivadas a centros ilegales de detención pertenecientes al circuito represivo provincial, en otros casos, fueron asesinadas y sus cuerpos llevados en autos a un destino desconocido o arrojados al lago San Roque. Muchas de ellas permanecen desaparecidas.
En diversos juicios, el Tribunal Oral en lo Criminal Federal Nº 1 local condenó a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad cometidos en este lugar a Menéndez, Rodolfo Aníbal Campos (jefe de la Policía de Córdoba), César Armando Cejas (subdirector de la Policía de Córdoba) y a Hugo Cayetano Britos (personal del D2), entre otros.
La señalización de los ex centros clandestinos de detención y de otros lugares donde sucedieron hechos emblemáticos durante el terrorismo de Estado, a través de la Ley Nacional N° 26.691 y la Ley Provincial Nº 9286, los hace visibles y expresa en el espacio público el compromiso del Estado democrático de dar a conocer y condenar los delitos allí cometidos, acompaña el juzgamiento de sus responsables y efectiviza el reconocimiento hacia las víctimas y sus familiares.