“Se te terminaron los amigos en la Policía”. “Te vamos a juntar con tu papito”. “Vas a morir”. Esos mensajes más seis balas calibre 22 dejaron en la puerta de la vivienda de Fernando Albareda el pasado viernes 08 de diciembre.
“Encontrar balas en la puerta de tu casa, hace mucho daño”, expresó Albareda en diálogo con VillaNos Radio y recordó que en el marco del proceso judicial que se desarrolló en 2009 donde se investigó a los responsables de la detención, tortura y desaparición de su padre, ya había sufrido amenazas.
“Nunca las amenazas fueron tan específicas como estas”, añadió.
Fernando es referente de HIJOS en la provincia de Córdoba. Su padre, Ricardo Fermín Albareda fue subcomisario con función en la División Comunicaciones de la Policía local y militaba en el ERP.
El 25 de septiembre de 1979 fue secuestrado por una patota del D2. Fue llevado a la Casa de Hidraulica, el chalet que funcionó como centro clandestino de detención y tortura ubicado a metros del Dique San Roque.
El titular del D2, Raúl Telledín y miembros de la patota de ese campo de concentración Hugo Britos, Américo Romano, Jesús González, los hermanos Antonio y Hugo Carabante. Allí, Albareda fue salvajemente golpeado y torturado. Algunos testimonios indican que murió desangrado. Aún permanece desaparecido.
A principios de 2023 Albareda hijo encaró la reparación de legajo policía de su papá, amparado en la reciente ley provincial sobre reparación histórica de legajos de empleados públicos.
“Esto me valió la felicitación de la plana mayor de la policía por mi reclamo y mi búsqueda. Me entregaron una medalla en reconocimiento a mi padre. Reconocieron el delito que cometieron los policías del D2. Al reclamo escrito le adjunte la sentencia judicial que está firme y avala lo que digo”, describió Fernando.
En el marco de ese tiempo de diálogo, el subjefe policial, Ariel Lecrerc, lo invitó a participar de charlas sobre derechos humanos con cadetes de primer, segundo y tercer año en la formación de la fuerza.
“Me sumé a dar esas charlas porque son lugares donde siempre nos hemos planteado poder estar. Sabemos que si no ocupamos esos espacios los ocupan otros. Sabemos que las verdades contadas a medias o llevadas a la teoría de los dos demonios no hace más que confundir y mentir sobre lo que fue el pasado nefasto de la dictadura”, dijo.
Sostuvo que la recepción fue muy buena por parte de los cadetes. “Fueron muy respetuosos y receptivos. Jamás me faltaron el respeto. Nunca me hicieron preguntas capciosas”, dijo y remarcó: “Jamás me negaron la posibilidad de decir nombre y apellidos de quienes se encargaron del asesinato de mi padre. No me coartaron la posibilidad de expresarme en ningún sentido. Todo lo contrario. En ese momento la policía actuó muy bien y a mí eso me dio mucha satisfacción”.
No obstante vinculó las amenazas con la policía.
“Explícitamente dicen ‘no te queremos más por la jefatura de policía’, ‘se te acabaron los amigos policías’, ‘no te queremos más en la escuela de cadetes’, ‘si seguis jodiendo te vamos a matar y te vamos a juntar con tu papito. Más claro, imposible”, afirmó.
La investigación judicial, caratulada como “amenazas calificadas”, quedó a cargo de la Fiscalía Distrito 4 Turno 3 de la ciudad, que impuso una custodia en la puerta de la vivienda y ofreció custodia personal para toda la familia.
Albareda destacó las expresiones de solidaridad que recibió de parte de dirigentes como el gobernador Martín Llaryora, el exgobernador Juan Schiaretti, el ministro de Seguridad Juan Pablo Quinteros, el intendente Daniel Passerini.
“No deja de sorprenderme el silencio de la policía. Hasta la semana pasada teníamos un diálogo de tú a tú y de la noche a la mañana, se cortaron todas las comunicaciones. Yo llamé para que vengan a ver lo que había pasado, pero de parte de la gente que me entregó medallas y me felicitó, no recibí nada. Se cortó la comunicación. Huele muy raro esto. No quiero culpar a nadie, pero hay un silencio que aturde”, afirmó.