El Club Solidario de Mano en Mano celebró en diciembre 10 años de trabajo comunitario desarrollando una nueva colecta de alimentos en la puerta de supermercados de la ciudad de Villa Carlos Paz. La red comunitaria, integrada por merenderos, comedores y el Refugio Nocturno Cura Brochero, ha sostenido durante una década un entramado de ayuda mutua que, según sus integrantes, se volvió indispensable ante la persistencia de la crisis económica.
Virginia Laje, referente del espacio, repasó en diálogo con VillaNos Radio el recorrido de esta iniciativa surgida en 2015, en un contexto que anticipaba dificultades similares a las vividas en 2001. “Qué rápido pasa la vida”, dijo al inicio, para luego remarcar que uno de los mayores logros de este tiempo fue que las instituciones “se hayan mirado entre ellas, se hayan encontrado y se reconozcan como parte de Carlos Paz, como un tejido humanitario dentro de la ciudad”.
Laje recordó que el Club nació cuando un grupo de militantes advirtió la inminencia de otra crisis profunda. “No queríamos poner los muertos, no queríamos que la gente más humilde fuera la que volviera a caer”, contó. Y relató que, al observar la realidad local, descubrieron que había numerosos merenderos “desorganizados” y que muchas instituciones de Carlos Paz realizaban colectas “para llevar a otros lugares, como Chaco o Formosa, sin mirar la vulnerabilidad de los barrios de la propia ciudad”.
Las primeras visitas a los merenderos terminaron de mostrar la desigualdad interna: “En un merendero éramos 100 adultos y 25 chicos; en otro, 125 chicos y 5 adultos”, recordó. Esa disparidad permitió identificar la necesidad de crear una red donde las instituciones “se miraran a los ojos” y se distribuyeran los recursos de manera más justa.
Uno de los desafíos iniciales fue superar los prejuicios entre los propios espacios comunitarios. “Al principio no, era muy difícil. ‘En este roban, en el otro roban’. Cada uno decía que lo hacía bien y el otro no”, explicó Laje. Con el tiempo, la convivencia y la experiencia demostraron que esa desconfianza estaba sostenida en comentarios externos más que en hechos reales.
“La gente de los merenderos es gente igual de carenciada que la que ayudan”, subrayó. Y añadió que desde el inicio se propusieron instalar una garantía de transparencia basada en la confianza colectiva: “No se venden cosas porque sí, no se regalan porque sí. La crisis les pega más fuerte y la ayuda es necesaria”.
La articulación fallida con el Estado
Consultada sobre el vínculo con los gobiernos, Laje fue tajante: “No hay articulación con el Estado municipal, provincial ni nacional. A ninguno de estos merenderos les llegó nunca una ayuda estatal sostenida en el tiempo”. Comentó que, más allá de gestos puntuales, no existe una política pública que acompañe o fortalezca estos espacios que funcionan como contención social diaria.
Laje reflexionó sobre la creciente necesidad en los barrios de Carlos Paz: “Hoy no estamos en una situación muy diferente a la pandemia, y en la pandemia, por lo menos, había bolsones y más ayuda”. Según explicó, la caída de las changas y del consumo golpea directamente a las familias más vulnerables. Incluso señaló que “los adultos volvieron a los merenderos” en busca de comida, algo que ya había ocurrido en otras crisis.
Expresó, además, que Carlos Paz “siempre ocultó su vulnerabilidad”, privilegiando la imagen turística por sobre la realidad de barrios: “Carlos Paz es todo rico, creían. Pero esos barrios existen, tienen vida propia y necesidades que nunca se atendieron”.
La colecta aniversario, desarrollada el 6 de diciembre, volvió a concretarse en la puerta de los supermercados de Villa Carlos Paz; un trabajo posible gracias a años de construcción de confianza con los comercios. Laje destacó especialmente el trabajo de Alejandra —quien inició los primeros contactos— y de Germán, que hoy coordina los permisos.
“El Becerra jamás nos dijo que no, los Discos ponen promociones, incluso los empleados han donado pollo para Panza Caliente”, valoró. También contó que las cajeras reconocen el impacto del trabajo: “Nos dicen ‘buenísimo, porque vemos que colaboran de verdad’”.
Más allá de las dificultades, Laje aseguró que el objetivo es seguir: “Nada se festeja. Ojalá algún día los merenderos y el refugio sean lugares de paso y de alegría, y no de búsqueda de comida”. Pero mientras tanto, la red continuará activa. “Ellos mismos te llaman y te piden hacer la colecta. El vínculo ya está hecho”, afirmó.
